ortodoncia en elche

Perforar una parte de nuestro cuerpo (a propósito, claro está) es algo incomprensible para mucha gente, pero para otros, un piercing supone mucho más que eso. Es una identidad, un sentido de pertenencia a una cultura o grupo social, un modo de expresión e incluso, como algunos afirman, una forma de aumentar el placer.
A lo largo de la historia, los piercings han tenido múltiples significados. Por ejemplo, para los centuriones romanos, un piercing en el pezón era símbolo de valentía. Los piratas y hombres de mar, se anillaban el lóbulo de la oreja al pasar por la línea del Ecuador. O en la India, donde las abuelas tienen por costumbre anillar la nariz de sus nietas.
Respecto al piercing en la lengua, uno de los que nos ocupa en la entrada de hoy, es una práctica que formaba parte de un ritual de los Aztecas y Mayas para entrar en contacto con los dioses.
Hoy día, los piercings se extienden cada vez más en nuestra cultura, aunque ya no tanto con un carácter simbólico o distintivo de una etnia, sino como un adorno corporal para sentirse mejor con uno mismo. Eso sí, como odontólogos, nunca podremos recomendarte el uso de los piercings orales, debido a las múltiples consecuencias nocivas que pueden tener para tu salud bucodental debido a factores como el riesgo de infección, la difícil cicatrización de tejidos en la boca, o el posible rechazo de tu cuerpo al metal. Y eso solo si hablamos de su colocación, ya que una vez puesto, puede provocar otros muchos inconvenientes que podrás conocer en este post.

Principales tipos de piercings orales:

Existen múltiples tipos de piercings orales, tanto intraorales (estrictamente dentro de la cavidad bucal) como periorales (aquellos que no se hacen dentro de la boca pero se sitúan a su alrededor y alguna parte del piercing puede quedar dentro), pero por su naturaleza y ubicación aproximada podemos dividirlos en tres grupos principales:

Piercing en la lengua: El más habitual cuando hablamos de los piercings orales, es el que se realiza en la lengua. Tradicionalmente se realizaba en el centro de la misma y era de un solo agujero, pero la creatividad y las modas han provocado la aparición de múltiples variedades en las que se perfora la lengua a diferentes alturas, atravesándola de forma horizontal, o incluso en el frenillo. Los principales inconvenientes de esta tipología de piercings son: la lenta cicatrización (de 4 a 8 semanas) con el consecuente riesgo de infección, la perforación de nervios y venas, así como el daño que las joyas pueden provocar en dientes y encías por el roce.

Piercing en el labio: con el que nos referimos tanto a los que se encuentran propiamente en el labio, como los anexos a la zona. Las complicaciones derivadas de los piercings labiales son parecidas a las de los linguales, ya que afectan también al interior de la cavidad bucal. En este sentido, existen altos riesgos de infección en el labio, de aparición de bultitos o queloides, daños en encías y dientes provocados por el roce, o aumentos inusuales del nivel de saliva.

Smiley/Smile: también conocido como sonriente, es una perforación en el frenillo de la encía del labio superior. El principal problema que acarrea, a parte de los ya citados que son comunes a todos los piercings orales, es que debido a lo fina que es la telita del frenillo, tiende a descolgarse y agrandar el agujero, llegando a rasgar el tejido.

Complicaciones de los piercings orales:

Al igual que con cualquier herida o incisión, las perforaciones orales pueden causar dolor, hinchazón, e infección. Pero como hemos visto anteriormente, existen otras complicaciones de los piercings.

Aumento del flujo salival, producido como mecanismo de defensa debido a que nuestra boca detecta cuerpos extraños en su interior.

Lesión o recesión gingival. Según un estudio sistemático reciente, se identificaron recesiones gingivales en hasta el 50% de los individuos con perforación labial y en el 44% de los que tenían perforaciones en la lengua. También se observó daño dental en el 26% de los individuos con perforaciones en la lengua.

Daño a los dientes. Es cierto que no es tan común como la recesión gingival, pero se da en 1 de cada 4 personas con piercings en la lengua, debido al choque del metal contra las piezas dentales en el interior de la cavidad bucal.

Interferencias con el habla, la masticación o la deglución, debidas a la inflamación inicial y a que no estamos acostumbrados a tener ese pequeño objeto en la boca. Este tipo de dificultades se experimentan sobre todo al principio del proceso y deben ir desapareciendo pasadas unas semanas.

Formación de tejido cicatricial y queloide, tras no curarse de forma óptima el piercing debido a la complicada cicatrización de la cavidad bucal.

Sangrado prolongado. Debido a la naturaleza vascular de la lengua, si se perforan los vasos durante el procedimiento de realización del piercing,

La obstrucción de las vías respiratorias debido a un edema pronunciado o a la aspiración de joyas plantea otro riesgo, y las joyas aspiradas o ingeridas pueden dañar los órganos respiratorios o digestivos.

El diagnóstico dental se complica ya que el piercing puede obstruir la anatomía bucal y ocultar posibles defectos de la radiografía.

Cuidado y mantenimiento de piercings orales:

La premisa principal es llevar una correcta higiene y un estilo de vida saludable. Cuanto más saludable sea tu estilo de vida, más fácil será la cicatrización de tu piercing y, en consecuencia, asumirás un menor número de riesgos. Por ello, aconsejamos dormir el número recomendado de horas diarias para un buen estado de tu sistema inmune, así como seguir una dieta nutritiva y evitar hábitos nocivos como el consumo habitual de alcohol y tabaco, que pueden ensuciar la zona y provocar infecciones por la acumulación de restos tanto en dientes como en el piercing.
Si el piercing te roza en alguna parte de la cavidad bucal, puedes utilizar una cera protectora para ortodoncia de forma puntual, pero si el piercing bucal te provoca heridas debes acudir a tu dentista de confianza y que te haga una valoración de la situación.
Lávate las manos siempre antes de tocar el piercing o la zona perforada, intenta retirar el piercing si vas a practicar deporte y no juegues con él ni lo estires, ya que podrías provocarte lesiones o fracturas. En este sentido, es aconsejable asegurarte de que las piezas del piercing están siempre totalmente ajustadas para evitar tragártelas o atragantarte con ellas.
Para ayudar a reducir la inflamación en los primeros días y aliviar el dolor, se recomienda tomar pequeños cubitos de hielo y dejar que se disuelvan en la boca. De la misma forma, intenta no mover el piercing o jugar con él más de lo necesario.
En cuanto a la alimentación, debe evitarse la ingesta de mucha cafeína así como también debemos evitar tomar medicamentos como la aspirina, ya que son sustancias que pueden aumentar el sangrado y la hinchazón.
Para mantener la boca limpia e higiénica se recomienda usar un cepillo de dientes de cerdas suaves y mantenerlo alejado de los cepillos de los demás miembros de la casa si los hubiera. Después de las curas del piercing, debes cepillar el pendiente muy bien para evitar acumulación de placa y otros agentes bacterianos.
Por lo demás, bastará con seguir tu higiene bucodental diaria anterior a hacerte el piercing oral, pero prestando algo más de atención de lo habitual. Un cepillado de dientes y un enjuague bucal después de cada comida, usando también hilo o cepillo interdental, y prestando atención a que tanto los dientes como la lengua y el piercing queden en perfectas condiciones.

En conclusión…

Tal como comentamos al principio de esta entrada, como odontólogos no podemos recomendar bajo ningún concepto los piercings orales, ya que solo aportan beneficios estéticos y son muchos los factores de riesgo que asumimos para nuestra salud bucodental. Pero si ya te lo has hecho, o si es la ilusión de tu vida y te lo vas a hacer pese a los peligros existentes, si sigues los consejos que te proporcionamos, no deberías tener grandes problemas.
No obstante, para mayor tranquilidad y seguridad, siempre recomendamos acudir a tu dentista de confianza para que te realice un diagnóstico completo de la zona a la que afecta el piercing. De esta forma, el doctor podrá detectar posibles fallos en la curación de la herida, riesgos derivados de la higiene o riesgos de desgaste en el esmalte de tus dientes.
Porque una buena prevención, es la mejor de las curas.

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